Mi pequeña Lila

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Realmente comenzar el relato de parto sin contar cómo y porqué llegamos aquí hace que se quede la historia coja.

Mi primer y añorado hijito, un bebe que nunca crecerá, murió con tres días de vida, en una UCI. En la semana 41 de embarazo tuve un desprendimiento de placenta y una cesárea de urgencia, una cesárea totalmente necesaria pero que llegó tarde para él...

Mi segundo hijo llegó 18 meses después en un precioso PVDC que comenzaba en la misma noche en la que ingresaba en el hospital para cesárea programada. Cesárea programada porque pese a que yo fuese proparto respetado mi cabeza no podía más con la presión del bebé muerto. El mismo decidió nacer cuando yo tiré la toalla. Dicen que el modo de nacer habla del carácter. Siempre decimos que él es como nació. Decidido y seguro de sí mismo. Un niño que crece sin que me dé cuenta.

Y creyendo que había sanado y habiendo sanado ya muchas heridas, mi pequeñita dice que va a venir a nuestras vidas. Pensaba que los embarazos tranquilos no eran para mí, la primera vez pequé de novata siendo inconsciente de los riesgos, la segunda pequé de miedosa viendo riesgos en cada rincón. Embarazo de alto riesgo... Ahora me doy cuenta de que era un embarazo de alto riesgo emocional. Si necesitaba visitas más frecuentes pero no realizando ecografías, sino a alguien que entendiese que tenía miedo y lo que ello supone. Así que ahora esta experiencia era totalmente nueva, sabía que podía pasar de todo sí, pero también sabía que lo más normal era que estuviese todo bien y en muy poco tiempo conectamos mi pequeña y yo. No me hacían falta pruebas y visitas para saber que el proceso era correcto, yo me encontraba bien y ella también lo estaba. La vida trabajando a turnos y con un terremoto en casa es bastante movida, no tienes tiempo para pararte. Pero si sabía que era una oportunidad para disfrutar de manera consciente como no había hecho nunca. No tenía nada claro el tema del parto, me veía muy ajena al hospital, pero no tenía claro si estaba huyendo de él o buscando alternativa. Así que me envían al correo una charla de unas matronas que hablarían del parto en casa en mi ciudad. La idea de parto en casa me fascinaba pero era eso para mí? Podría? Cuando fui a la charla sucedió que me enamoré de ellas. Me encantó, me pareció ahhhh maravilloso, lo vi seguro, sensato, cabal y algo me decía que aquella chica que desprendía luz por todos lados no estaba ahí de casualidad. Les pedí el correo y me informaron de cómo funcionaban. Mi Marido era muy reticente, a veces me parecía que podría llegar a estar de acuerdo y otras lo veía imposible pero aún era pronto así que ya iríamos viendo. Hubo épocas en las que me veía acudiendo obligada al hospital otras en las que fantaseaba con irme a otro hospital más respetuoso y otras en las que recordaba aquella charla... El tiempo pasaba y decidí hablar con ellas para concertar una cita. Mi marido por temas laborales no pudo acudir pero yo lo había visto claro, claro del todo. Había miles de miedos, entre la lista de preguntas que les hice era qué pasaba en caso de traslado, qué pasaba si sangraba yo durante el parto, qué ocurría en caso de retención de placenta. Todo orientado a ese pequeño porcentaje de casos en los que sale mal. Es cierto que puede pasar pero qué lejos veo ahora esas preguntas, y qué sencillas las veo ahora que sé que la conexión entre mama y bebé funciona, está ahí y es ancestral. Nos informa del peligro tal y como sentí hace 5 años y medio y nos deja parir como me dejo hará en unos días 4 años.
El embarazo avanzaba y cada vez comprendía que me sentía más alejada del proceso hospitalario, mi primer hijo me enseño a cuestionar el mundo sanitario, esto es muy interesante teniendo en cuenta que yo soy sanitario. La idea de parir en casa tomaba forma cuanto más trabajaba. Este embarazo estuve activa hasta una semana antes de parir así que tuve ración de sanidad más que suficiente para ver a mi hija y a mi totalmente ajenas al mundo hospitalario para su nacimiento. Me he cuestionado la necesidad de todos y cada uno de los protocolos a los que me he sometido y he visto que, aunque necesarios en muchos casos e interesantes, están enfocados desde la enfermedad y el miedo. Durante el embarazo fuimos conociendo en casa a cada una de las 5 mujeres que nos acompañaron en el embarazo, y una o dos de ellas nos acompañarían en el parto según quien estuviese de guardia ese día. Fuimos avanzando, trabajando miedos e ilusionándonos preparando el día D. Mientras tanto el embarazo avanzaba y fue maravilloso, maravilloso no sentir miedo en la recta final, darme cuenta de que mi sitio de seguridad era mi casa, 8 de cada 10 traslados al hospital de parto en casa es por parto estacionado. No quería que fuese así, sobre todo después de haber trabajado tanto, acabar en el hospital por falta de seguridad no es lo que quisiera.
Pasan las semanas y llegamos a la 37, fecha en la que entran de guardia las matronas. Hacía poco había tenido un accidente de coche, tuve muchas contracciones incluso llegué a perder parte del tapón así que era posible que entre el ritmo laboral y las contracciones el parto se desencadenase pronto. Pero pasaron los días y una vez de baja y con todo casi preparado los signos de avanzar desaparecieron. Disfruté del embarazo hasta el final, con momentos preciosos con mi pequeño que se hace mayor por momentos, sabiendo que serían los últimos los dos solos. Salidas a la playa diarias, mar, reírnos mucho, preparar la casa, colgar un fular del techo, montar la piscina prestada, llenar las alacenas de comida... Me he reído tanto, he disfrutado tanto comprando una estufa en agosto en lugar de una maleta para ir al hospital. Buscando un taco especial para que aguantase mis kilotoneladas en el fular, acumulando toallas e imaginando en qué rincón sucedería... Ha sido precioso. Así pasan los días y mi pequeña parece que está a gusto. Me acuesto con contracciones pero me despierto a las 7 am y nada, no sucede nada, la última semana me encuentro muy lábil emocionalmente, así que en un ataque de llanto decido darme dos días de no parto en los que sé que necesito tocar fondo para volver a estar en la línea, y así es, a veces se necesita parar para tomar fuerzas. Así que decido entrar en la fase Zen en la que me pienso alejar de todo lo que me desconcentraba de lo que tanto deseo.
El primer día Zen no sucede nada, pero me encuentro feliz y preparada, por primera vez en todo el proceso me siento preparada y lejos de los protocolos antipánico que les envié a mis queridas matronas hace meses. Me siento al fin lista para parir. El segundo día en un ataque de síndrome del nido de pareja, pintamos nuestro dormitorio en 3 horas con niño incluido, por la noche mientras lo acompaño para dormir me dice "mamá cuídame mucho siempre" no puedo evitar emocionarme, realmente él sabe que su hermanita está cerca. El tercer día tocó una mañana frenética en la que tuve que correr un buen tramo detrás de mi hijo, caminar bastante, cargar con el crío que se me quedó dormido en el coche, compra, etc... Me encuentro muy bien, cansada pero bien.
A las 23,30 más o la menos conseguí que mi hijo se durmiese, después me puse en la cama a cuatro patas mientras leía noticias del fb y un mini crack, anda! Como cuando rompí bolsa la otra vez! Sólo que no había roto nada. Voy a la cocina donde veo que mi marido se hace algo de cena. Eh yo tb quiero sopa picante!!! Tome un poco y fluuuuuusssshhh sale líquido!!! Bolsa rotaaaaaaa!!!! Qué emoción es el momento!!!!!
Líquido claro! Cristalino! Con las manos temblorosas le mando un mensaje a V. que está de guardia ese día, aquella chica que hizo que dijese uauuuuu en aquella charla hace meses. Le digo que he roto bolsa y me contesta que perfecto, que viene cuando quiera yo. Creo que le mande mensaje de texto, whatsapp y la llamé al mismo tiempo. Esa contestación tan sencilla es el resumen de lo que es un parto en casa, cuando TÚ quieras, me acerco sin pausa pero sin prisa. Maravilloso.
Durante unos minutos damos vueltas los dos nerviosos, por casa sin saber qué hacer. Es la diferencia de quedarte en casa, no hay que hacer nada. Mi niño está dormido, no tenemos que huir a ninguna parte, mi marido recoge un poco lo que hay por ahí y le pido que descanse algo, que puede ser largo y que simplemente he roto la bolsa, no noto nada más. Creo que necesito soledad y concentrarme en lo que estoy. Me quedo sola y tardo en encontrar mi sitio. Doy la noticia por whatsapp y voy contando la jugada riéndome y recordando, buenas amigas me desean buen viaje al planeta parto mientras comienzo a sentir contracciones muy suaves, muy llevaderas. Estoy pasándomelo muy bien, litros y litros de líquido salen en cada contracción, de vez en cuando miro para confirmar que sigue siendo claro y no hay sangrado... Esas comprobaciones dejan de ser necesarias poco a poco... cuando voy metiéndome en materia. Visualizo cada contracción como un globo o una butifarra que aprieta y estira para abrirse, abrir camino a mi niña. Escucho música, una sola canción, "Bella infancia" de tribalistas, suena una vez, para y comienza una contracción, acaba la contracción y repito la canción, así perdí la cuenta de las veces que hice esto hasta que comienzo a sentir frío. Enciendo la estufa y me abrigo con lo que veo. Caliento el saco de semillas que me aplico en los riñones. Estoy algo cansada y me planteo acostarme, me acerco a mi hijo, me tumbo con él y lo abrazo, me despido de mi niño único, le doy un abrazo y paso dos o tres contracciones abrazada a él. Tengo tentación de dormirme pero no es el momento. Es mi hija la que me necesita. Decido avanzar. Durante un tiempo paso aplicándome calor entre contracciones y sentada en la pelota. Tengo frío y me abrigo con los calcetines más gordos que veo, pantalón de chándal de invierno y chanclas, como el pantalón no me cabe bien jeje me lo tengo que bajar de una manera poco estética, me río de mi misma por las pintas y recuerdo las correas de los monitores del hospital, molestaban mucho más que aquella goma en la cintura de la que me acababa de liberar. Las contracciones son rítmicas pero no soy capaz de contar nada, sé que no es necesario pero me gustaría saber cada cuanto son. Pienso en que en el hospital a estas horas de la noche ya me moría de dolor, me viene a la mente imágenes del parto de mi niño, tan diferente todo. Ahora no tengo dolor, acepto las contracciones, me acuerdo de que decían que las viese como una ola...
Otra vez, sí, las veía como una ola y me enfrentaba a ellas. Esta vez no me enfrentaba, simplemente dejaba hacer. Tengo hambre así que me preparo una de esas sopas chinas picantes preparadas. Comida totalmente basura pero que te ayuda a entrar en calor. Mientras tanto las contracciones se hacen más intensas y abandono la pelota para pasar al fular colgado... Uauuuuuu qué bien!!! Qué bien sienta!!! Me siento en un banco de madera y como mi sopa de fideos, noto una contracción y voy al fular, me lo estoy pasando realmente bien! Recuerdo mientras el plan de parto del hospital en el que se permite beber 200 ml de líquido por turno. La sopa China da mucha sed, bebo un par de vasitos de 250ml aprox mientras me río...
Me cuelgo del fular, usó el cojín de semillas... Esto es genial! Me da pena que mi marido se lo pierda así que decido avisarlo, además me duelen las piernas de estar todo el día de pie y comienzo a necesitar compañía.
Aviso a V. de cómo voy. Me dice si quiere que se acerque ya pero aún necesito más momentos relax y me parece que estoy muy bien.
Cuando despierto a mi marido le digo que si llenamos la piscina, las contracciones son más intensas y creo que me vendrá bien cambio de estrategia. Oh no! No he comprado la manguera!!! Ups! Bueno quizás con unos cubos ya se apaña.
Me vengo al dormitorio mientras usa el inflador y doy el último parte que voy a dar por móvil a mis comadres pensando que queda muuuucho. Serán como las 3 de la mañana. Me he desconcentrado bastante al despertar a mi marido así que necesito pillar el ritmo, en poco tiempo nos compenetramos y voy retomando, cuando me desconcentro las contracciones molestan y si no lo hago simplemente no duelen. La comparativa de la butifarra apretada funciona. La niña se mueve mucho y las dos estamos tranquilas. La piscina esta lista, me meto en ella pensando que saldré una y otra vez. Qué alivio!!! Las piernas cansadas dejan de doler. El agua! Mi elemento! Así SI! Recuerdo las palabras de mi amiga la que me ha prestado la piscina y no puedo dejar de pensar que todo lo que la alababa es poco. Nos reímos bastante, no sé qué bromas hacemos pero nos reímos un rato. Quizás es el momento de avisar a V. para que venga. Pensaba que era más temprano pero luego, por sus anotaciones veo que llegó a las 5,30. El tiempo pasa muy rápido. Mientras me quedo sola logro concentrarme perfectamente, casi que me da pena no estar así algo más de tiempo. Cuando llegan los dos el ambiente vuelve a cambiar, sigo parloteando, las contracciones dejan de ser rítmicas y pierdo en alguna la concentración haciéndose molestas. Eso no me gusta. Pero realmente estoy en la mejor compañía que puedo estar, nos reímos, mi marido hace alguna foto y escuchamos a la pequeña que responde perfectamente.
El arte de una buena matrona es estar sin sentir que está. Ella sabe perfectamente lo que necesito y ayuda a mi marido a hacerlo. Los dos se convierten en gatos, pero yo sigo hablando jeje, las contracciones vuelven a tener ritmo y cambio de estrategia. Viene una más intensa y puedo comprobar como hacer ruido, mantener la boca abierta, abre todo tu cuerpo. No hubiese imaginado sentirlo así nunca. Me encuentro genial, tanto que le pregunto a V. varias veces si está avanzando el parto. Le digo que me da miedo pedirle un tacto por si no ha avanzado nada. Calmada me contesta que no, porque no nos aporta nada más que riesgo de infección y que sea lo que sea no cambia nada. Qué razón! Así que no tengo ni idea de los centímetros que estamos pero sé que todo está en mi cabeza y que mi niña está perfecta. Eso supondría poner Oxitocina en el hospital. Pienso mucho y comparo mucho con el parto de mi hijo. No, aquí y ahora estoy con mi hija. Vamos a ponemos serios. (Jeje) Les digo que si no les importa voy a concentrarme un poco. Después supe que eran las 6,30.
Diez minutos después duele y duele mucho. Oigo a V. decir que la niña nacerá en la piscina y le explica algo a Dani del tipo de respiración. Me duele mucho. Son unas contracciones bestiales que me hacen gritar, gritos que salen de dentro, son contracciones potentes pero dejan descansar. Y entre ellas recupero. No me acuerdo ni por un momento del fantasma del útero estallado que tanto me rondó la otra vez. Estas contracciones son diferentes, te invaden, no hay estrategia. Les pido agua, tengo calor. Le digo a Dani que me sujete por detrás, lo necesito ahí, es mi apoyo en todo esto, le pido que no me suelte. Aún tiene agujetas dice. Entre ellas le hago una caricia de perro, me dice que gracias con ironía y le digo que lo aprecie, que era una forma de decirle que le quería. En otra contracción pienso en huir, luego me doy cuenta de que huir a donde y de qué. Les digo que no puedo hacerlo. Me animan y me dicen que lo estoy haciendo. Que maravillosa compañía. No puedo estar en mejor lugar. Me parece increíble que ya este notando tantas cosas. Repito que me duele y suelto un montón de topicazos por la boca. Luego supe que sólo habían pasado diez minutos desde que dejé de hablar hasta que comencé a pujar. Pienso que me hago caca, me dicen que no, que es su cabeza que toco inmediatamente y noto un cordón!? Lo digo, noto un cordón! Era la sutura de la cabecita, V. me dice que es imposible y vuelve a escuchar a mi niña que esta perfecta. Vivo todo muy despacio, no soy consciente de que pasan minutos apenas y frenó la salida de mi niña, le digo que vaya despacio que no me haga daño y en un pujo sale cabezota y hombros y en el segundo su cuerpecito entero.
Lila! Esta aquí ya!!! ya está aquí!!! es maravilloso!!! respira, es preciosa, esta aquí con nosotros y no puedo aún explicar con palabras la sensación de PARIR de esta manera íntima, dulce, llena de paz, tranquila y a la vez salvaje y brutal. Aparecen de la nada toallas calientes encima del cuerpecito de mi pequeña y es perfecto todo. Todo tiene sentido. Lo hemos logrado.
En un ratito me ayudan a salir de la piscina y la pequeña llora, se despierta mi niño. Son las 7 am. Viene a conocer a su hermanita y el cordón aún late muy fuerte. V. le dice a Tristán si quiere cortarlo y él dice que sí, aunque después le dio una arcada jaja menudo hijo de enfermera jaja. Mi niña calentita, preciosa, perfecta, abre los ojos cuando escucha a su hermano hablar, se engancha a la teta.
Llega E! Pensaba que aún estábamos en ello y contentísima por ver a Lila con nosotros. Bromeo sobre la postura patas abiertas mientras V. me echa un ojo a los bajos fondos, y mi manera de recibirla.
El siguiente fantasma que tenía era una retención de placenta, me dicen que vamos a apretar un poco y expulsarla. Me acuerdo del protocolo del plan de parto una vez más donde decían que el manejo era con Oxitocina al tener una cesárea anterior. En unos minutos sale entera una placenta enorme. Dani hace fotos, nos reímos y bromeamos. No puede haber amanecer más bonito. El sol entra por la ventana. E. me ofrece un batido de placenta. Por qué no?
La placenta esa que me traicionó una vez desuniendo a mi primer hijo de mi antes de tiempo.
Aquella por la que tanto me preocupé con mi segundo, aquella que pedí ver con interés hace 4 años y que tanto se extrañaron de tal petición, y esta hermosa placenta que día a día me acompaña en un batido de frutas, Mi café de Oxitocina.
Llegado aquí puedo decir que no hay palabras que describan la felicidad, la plenitud que se siente al parir en casa. Aunque no es un trabajo de un día, es un camino que comenzamos quizás antes del embarazo, antes de plantearnos nada. Cada hijo enseña miles de cosas, Gabriel me cambio por completo, Tristán me enseña día a día, Lila ya nos ha mostrado que podemos confiar y que se puede vivir un embarazo sencillo y a la vez intenso tras la pérdida y que todas somos capaces, que parir en casa no es para cuatro privilegiadas sin traumas y poco conscientes. Entiendo que hay riesgos diferentes eligiendo la casa y al fin entiendo que todas podemos parir... Si nos damos permiso para hacerlo.

Agradecimientos!!??? A todos los que habéis ido formando parte del camino de una manera u otra. A estas 5 bellas mujeres, auténticas profesionales, a mis hijos y a la protagonista de la historia. Mi pequeña Lila.

Pd: a día de hoy, casi un año después, pienso que el parto en casa es la manera perfecta de recibir cualquier familia a cualquier bebé, pero no es para todo el mundo. Es necesario cambiar el chip. Todo está en nuestra cabeza. He repasado mil veces en qué momento habría sido en el que partir para el hospital de haber escogido esa opción. No lo he encontrado. No cambiaría nada y realmente ha merecido la pena. Felices partos a tod@s.

Asistencia por matronas en Vigo, Pontevedra, Santiago, Ferrol, A Coruña,... y muchas otras localidades de la comunidad autónoma de Galicia.

Parir en casa no es para todos, si estáis pensando en ello como la mejor opción para vuestra familia, esperamos poder ayudaros.

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