El nacimiento como un laberinto. Pam England



El laberinto es un símbolo muy antiguo que aparece desde hace milenios en tierras tan diversas como Creta, Indonesia, Escandinavia, las Américas y Rusia. Se inscribe en la roca, en joyas o monedas, se pinta sobre cerámica, templos o manuscritos, y se realiza a gran escala mediante piedras en el suelo. 

Aunque un símbolo de por si nunca se deja explicar o interpretar por completo a través de las palabras, el laberinto se puede entender como un espejo o una metáfora del camino de la vida de los seres humanos – el viaje del alma, con todos sus retos, transformaciones, profundidades y descubrimientos.

El laberinto es especialmente útil para entender el viaje universal de cada rito de iniciación, toda experiencia en la cual dejamos una etapa de vida para iniciar otra, en la cual morimos simbólicamente para renacer con una nueva identidad, como el nacimiento, la pubertad, el paso de la adolescencia a la adultez, la maternidad, la menopausia, o la muerte, por nombrar algunas.

Si exploramos a través de distintas culturas las ceremonias que se crean para señalar esa transición de una etapa de vida a otra, típicamente encontramos tres fases secuenciales, fases que a la vez podemos ver reflejadas en el recorrido desde el umbral del laberinto hacia el centro y hacia fuera otra vez. (Aquí hablamos del laberinto en el que solo hay un camino posible para llegar al centro y salir otra vez – no tiene bifurcaciones ni caminos sin salida.)
Primero hay la fase de preparación, antes de cruzar el umbral para entrar en el laberinto. Se trata del momento en que se inicia el viaje, en el que rompemos con nuestra vida anterior y sabemos que nunca jamás seremos la misma persona. ¿Que es lo que estamos dejando? ¿A que vamos a dar a luz? Se necesita reflexión y preparación para el cambio importante que viene en nuestra vida.

Despues hay la fase de prueba, desde la entrada del laberinto hacia el centro. Esto supone un viaje a lo desconocido, una transición entre lo familiar y lo nuevo, en la cual embarcamos en una aventura para ir hacia nuestro centro más profundo, más allá de los limites de nuestra identidad anterior, una transformación profunda para renacer con una nueva identidad.

Por ultimo hay la fase de integración, el regreso desde el centro del laberinto hacia fuera. Es un camino necesario para recapitular todo lo ocurrido, para volver con una consciencia más amplia de quienes somos y para integrar este conocimiento en la próxima etapa de vida.

Cuando la comadrona y artista Pam England, creadora del programa de preparación al partoBirthing from Within, descubrió el símbolo del laberinto, le pareció una metáfora perfecta para el viaje psíquico y físico de una mujer durante el embarazo, parto y puerperio, y en seguida empezó a utilizarlo en sus clases para iniciar a mujeres embarazadas y sus parejas al rito de paso del nacimiento.

En estas clases, parejas embarazadas aprenden a dibujar su propio laberinto para personalizar ese rito de iniciación. Justo delante de la entrada al laberinto,  dibujan un símbolo propio de un umbral, una representación física del paso entre el mundo de la Doncella y el de la Madre, entre lo conocido y lo desconocido, lo mundano y lo sagrado, antes de adentrarse en el misterio del nacimiento.

Tambien dibujan dos huellas delante de su umbral para representar el momento actual en el cual están, en la fase de preparación, antes de que se pongan de parto y entren al laberinto. Delante de este umbral, es el momento de contemplar tus creencias, y las de nuestra cultura, sobre el embarazo, el nacimiento, los bebés, la crianza, el dolor, el amor, el instinto materno, el miedo a perder el control … Pregúntate: ¿estás soñando con un tipo de parto en concreto, un parto ideal? ¿O estas abierta a vivir y descubrir cada momento de este nacimiento con amor incondicional, sea como sea?

Preparada o no, cuando empiezan las primeras contracciones, o se rompen las aguas, serás proyectada a través de ese umbral invisible pero palpable y habrás entrado en el laberinto. Tal como el camino del laberinto, cuando caminamos por los primeros circuitos exteriores, largos y mas bien sencillos, durante la primera fase del parto puede haber etapas que evolucionan fácilmente, sin grandes cambios, por ejemplo durante las primeras horas o incluso días de contracciones espaciadas. De repente nos encontramos con una curva cerrada, un cambio de dirección imprevisto que es análogo a estos momentos inesperados y a veces desconcertantes que forman parte de cada parto y posparto. Te das cuenta que ahora no hay marcha atrás ni atajos para llegar al centro, al momento del nacimiento de tu bebé y el tuyo como madre.

Puede ser, tal como en un laberinto, que haya instantes en que te sientes perdida, no sabes cuanto has recorrido o cuanto falta para dar a luz, has perdido completamente la noción del tiempo. Dice Pam England: “Recuerda, en un laberinto, y cuando estas de parto, no hay nada que comprender, no tienes que ‘hacerlo bien’ para ganar amor o aprobación o para ser una ‘buena madre’… Haz lo mejor que puedas, tal como sabes en ese momento. Quiérete especialmente cuando estés perdida. Cuando no sepas qué hacer, vé paso a paso. Que sepas que llegarás al centro y volverás”.

La ultima trayectoria del laberinto tiene curvas cada vez más cerradas y sinuosas, y refleja la etapa más intensa del parto, en la cual es totalmente normal pasar por dudas o miedos importantes: dudas sobre si acabará, sobre si puedes, sobre si podrá salir tu bebé… Estás en la fase de prueba, tu iniciación, en la cual te ves desnuda con todas tus limitaciones y vulnerabilidad y estrategias mentales, y a la vez con tu poder y determinación y valentía.  El gran tesoro del viaje reside en tu forma única de entregarte a la intensidad y fuerza del proceso. “Cada mujer vive el misterio de su transformación física, psicológica y espiritual a su manera, tanto si da a luz en casa, en el quirófano, en el coche o en una cabaña en la selva” (Pam England).

En los grandes mitos, el centro es el lugar sagrado en donde cielo y tierra se cruzan, el lugar de la iluminación, cuando paras y dejas de luchar, un estado de gracia. Al final del viaje llegamos al centro, el momento cuando bebé, madre y padre nacen. Es como si se para el tiempo, estais en un lugar suspendido entre dos mundos. Los iniciados necesitan su tiempo para llegar, para adentrarse en su nueva vida.

El viaje del héroe, o de la heroína madre, no se ha acabado todavía. En un contexto social en el cual hay una enorme presión para volver a nuestra vida anterior – sin barriga, a retomar relaciones sexuales, a volver al trabajo – el laberinto en cambio nos recuerda que ya no somos la misma persona que antes, que no se puede precipitar la enorme transición del puerperio. Requiere su tiempo, poco a poco, para integrar la historia de tu parto y como lo viviste tú, para resituarte dentro de tu cuerpo cambiado, dolido al principio, para conocer a tu bebé y confiar en ti como madre, para adaptaros a la lactancia, a vuestra nueva realidad como pareja, o con amigos de antes, para acceptar la falta de sueño, para darte cuenta de que tus necesidades durante un tiempo pasan a un segundo plano, para integrar la muerte de la Doncella, y sentir las profundidades del amor quizas mas grande e incondicional de tu vida… ¿Cuanto tiempo puede durar el regreso?, preguntamos a parejas embarazadas. No estamos hablando aquí de meses, sino de la realidad de que hacen falta entre dos y tres años, después de un primer parto, para sentir que la mujer que eras antes y la madre que te has hecho se unen y se integran dentro del núcleo de tu ser, en la mujer-madre que ahora eres. ¡Bienvenida!

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